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"El contemplado", de Pedro Salinas
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 Article publié le 26 mars 2023.

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Leo los otros dos libros de Narraciones de Pedro Salinas que llevaba tantos años por leer, El desnudo impecable y otras narraciones y La bomba increíble, subtitulada “Fabulación”. Ha indicado en la nota que las precede en esta edición la hija del poeta la correlación de esta última -que da que pensar y hace acordarse a uno de momentos que se dan en la actualidad- con el poema “Cero”, y lo leo. Cojo el tomo de sus Poesías completas y voy a buscar este poema, y lo leo, y también el que le precede, “El viento y la guerra”. Pienso que puedo releer la poesía de Salinas, y especialmente pienso en sus libros finales, y entre estos libros -porque es el primero de ellos, y por más cosas- pienso en El Contemplado. Que es el mar, y suscitó el mar de Puerto Rico. Desde su contemplación se escribió, y el poeta lo indica. Ayer una amiga me trajo el Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, en que se han publicado mis “Poemas con Jorge Guillén”, poetas no sólo amigos sino tan hermanos, tan hermanados en sus creaciones. Y lo que ejemplifica y se da como llevado al extremo en El Contemplado es quizá lo que más los hermana, consiste en lo que quizá más los acerca en sus obras poéticas y maneras de sentir y mirar y recibir el mundo. El mar es también el mar que me hace nacer poemas, y su tan sólo mirarlo -contemplarlo. Es para mí también el contemplado, y lo es en las playas de la Costa Brava o en mi ciudad. En Barcelona. El contemplado, y yo el poeta que lo contempla y esa contemplación dice -ella le hace decirla. Algunos motivos que explican mi deseo de ir a buscarlo y releerlo. Y también los otros libros finales. Voy a leer en primer lugar el prólogo de su amigo Jorge Guillén y veo que en su primer párrafo subraya este carácter necesario -necesario y a tener en cuenta- de estos libros finales. Dice Jorge Guillén en este primer párrafo : “Los sesenta años de Pedro Salinas (1891-1951) se resolvieron en una línea recta. Treinta años de preparación. Treinta años de producción. La obra poética en verso se distribuye en nueve libros, que se agrupan en tres etapas. La etapa inicial -de 1923 a 1931- comprende Presagios, Seguro azar, Fábula y signo. La segunda etapa constituye un ciclo verdadero. De 1933 a 1938 se desenvuelve el gran tema : La voz a ti debida, Razón de amor, Largo lamento. Con ese ciclo llega a su cumbre la actividad de nuestro autor. Pero esta imagen de cumbre no debe rebajar el comienzo a una tentativa preliminar ni los poemas finales a un epílogo. Salinas es Salinas a lo largo de toda su carrera, y cada libro contribuye a determinar el conjunto. Este conjunto es lo que más importa en un poeta de primer orden. Esenciales son también los tres libros de los años 40 : El Contemplado, Todo más claro y el póstumo Confianza”. Ésta será la frase final de este prólogo : “El mundo poético de Pedro Salinas es una evidente creación perdurable”. Leo lo que dice de El Contemplado : “Aquellos primeros años 40, de trágica historia pública, fueron vividos por Salinas con preocupación -más bien obsesión- diaria. Sus escritos -y no sólo sus conversaciones- lo irán reflejando. Pero la jornada del hombre completo no se reduce a la participación en la vida social. Así ha sido siempre y así debe ser. De todos modos, la presión política llegó a tal grado en aquellos tiempos que se produjo una especie de gazmoñería de intelectual puritano. Aún hoy es menester justificar al poeta que mira el mar y lo dice bien. En época de bélico despropósito son más imprescindibles algunos minutos de pausa ante un espectáculo no corrompido por el desorden. No se trata de purificación sino de respiración”. Guillén dice más cosas de este libro, todas precisas, acertadas. Volveré quizá a alguna de ellas. Voy a leer el libro. Éste es su epígrafe : Mar de Puerto Rico, 1943-1944. Y sus citas : “La luz, que nunca sufre,/ me guía bien” (Muchas gracias, adiós), “¿La luz no es quien lo puso/ todo en su tentativa de armonía ?” (Paso a la Aurora), Jorge Guillén, en Cántico. Y es un “Tema con variaciones”. En el Tema el nombre y la acción misma que subyace tras este nombre y es el contemplar -porque el mar es el Contemplado, sí. Así lo dice en este primer poema, que es el Tema : “De mirarte tanto y tanto,/ del horizonte a la arena,/ despacio,/ del caracol al celaje,/ brillo a brillo, pasmo a pasmo,/ te he dado nombre ; los ojos/ te lo encontraron, mirándote./ Por las noches,/ soñando que te miraba,/ al abrigo de los párpados/ maduró, sin yo saberlo,/ este nombre tan redondo/ que hoy me descendió a los labios./ Y lo dicen asombrados/ de lo tarde que lo dice./ ¡Si era fatal el llamártelo !/ ¡Si antes de la voz, ya estaba/ en el silencio tan claro !/ ¡Si tú has sido para mí,/ desde el día/ que mis ojos te estrenaron,/ el contemplado, el constante/ Contemplado”. A este encuentro con el nombre, a su aparición y advenimiento, a su importancia, que es la de sentir que no hay, no puede haber para él otro -es el que tiene, el que lo designa y también el que merece, el único que de verdad merece-, dedicará otro poema, una de las Variaciones, la III, con el epígrafe o lema Dulcenombre. Dice en ella : “Desde que te llamo así,/ por mi nombre,/ ya nunca me eres extraño./ Infinitamente ajeno,/ remoto tú, hasta en la playa/ -que te acercas, alejándote/ apenas llegas-, tú eres/ absoluto ensimismado.// Pero tengo aquí en el alma/ tu nombre, mío. Es el cabo/ de una invisible cadena/ que se termina en tu indómita/ belleza de demandado./ Te liga a mí, aunque no quieras./ Si te nombro, soy tu amo/ de un segundo. ¡Qué milagro !/ Tus desazones de espuma/ abandonan sus caballos/ de verdes grupas ligeras,/ se amansan, cuando te llamo/ lo que me eres : Contemplado./ Obra, sutil, el encanto/ divino del cristianar./ Y aquí en este nombre rompe/ mansamente tu arrebato,/ aquí, en sus letras -arenas-,/ como en la playa que te hago./ Tú no sabes, solitario/ -sacramento del nombrar-,/ cuando te nombro,/ todo lo cerca que estamos”. Me parece un gran acierto el nombre -El Contemplado- y que sea un Tema con variaciones. Eduardo Chillida, compañero del alma en su sentir el arte de Jorge Guillén -y así se lo escribió al poeta-, dice en uno de sus pensamientos que la música de Bach es como el mar o las olas del mar, siempre el mismo y siempre diferente. Tema con variaciones. Sí, así el mar, El Contemplado. No otro nombre lo puede más designar, significar. Y hay también esta acción de contemplar, y la de contemplar el mar. ¿Qué es el contemplar, qué puede ser, y cómo se puede sentir su razón de ser y hasta su utilidad, su significación ? Esto nos dice Jorge Guillén : “¿Sentimiento religioso, panteísmo ? Este contemplador se encuentra allí, junto al mar, en acto de salud, goce y gozo con la conciencia subyacente de una Creación. No se va en busca de gloria celeste o una Arcadia, aunque surja -vaivén de aquella orilla- el contraste entre Naturaleza e Historia, entre ocio y negocio. “En Wall Street banqueros puritanos…”. Verso que permitió -vaivén de la crítica- incluir en una antología este poema, justificado (¡) como poesía… social. Se celebraba, pues, el aparente prosaísmo como si esos vocablos “Wall Street, banqueros”, fueran per se prosa (gracias a Dios) cuando en el poema -¿quién no lo sabe ?- todo depende nada más del contexto, y no hay expresión poética o antipoética por sí misma. Obra social era El Contemplado como cualquier obra de arte, y no sólo por una referencia a Wall Street”. La Variación XII tiene tres partes, y la segunda acaba con estos versos que cita y glosa Guillén. “En Wall Street banqueros puritanos/ las escrituras firman// para comprar al río los reflejos/ del cielo que está arriba”. Ésta es la tercera parte de este poema o variación : “Un hombre hay, que se escapa, por milagro,/ de tantas agonías.// No hace nada, no es nada, es Charlie Chaplin,/ es éste que te mira,// somos muchos, yo solo, centenares/ las almas fugitivas// de Henry Ford, de Taylor, de la técnica,/ los que nada fabrican// y emplean en las nubes vagabundas/ ojos que no se alquilan.// No escucharán anuncios de la radio ;/ atienden la doctrina// que tú has ido pensando en tus profundos,/ la que sale a tu orilla,// ola tras ola, espuma tras espuma,/ y se entra por los ojos toda luz,/ y ya nunca se olvida”. Sí. Recuerdo -pero tendría que buscarlo o buscarlos- que en algún momento de alguno de sus libros, en varios seguramente, Ernesto Sabato nos dice que la creación de carácter sólo espiritual, plenamente espiritual -y de ahí la que viene de la contemplación y la dice-, tiene también una utilidad social o general, pues sirve a la humanidad. Porque las personas pueden lograr consuelo y alivio de sus angustias y tristeza, de su soledad en ellas. Y es verdad. De ningún modo cabe negar esta utilidad entendida de esta manera más ancha. En la contemplación del mar sentimos el peso o la suma de la especie, el instinto que a ella nos lleva y que nos hermana. Lo ha señalado Guillén en su comentario al libro, y lo encontramos en los versos de Salinas, como en los que constituyen la Variación XIII, con el epígrafe o subtítulo de Presagio : “Esta tarde, frente a ti,/ en los ojos siento algo/ que te mira y no soy yo./ ¡Qué antigua es esta mirada,/ en mi presente mirando !/ Hay algo, en mi cuerpo, otro./ Viene de un tiempo lejano./ Es una querencia, un ansia/ de volver a ver, a verte,/ de seguirte contemplando./ Como la mía, y no mía./ Me reconozco y la extraño./ ¿Vivo en ella, o ella en mí ?/ Poseído voluntario/ de esta fuerza que me invade,/ mayor soy, porque me siento/ yo mismo, y enajenado”. Nos dice después en su poema final : “Este afán de mirar es más que mío”. La contemplación la exige y pide nuestra raíz más profunda, algo que tiene que ver con nuestra naturaleza y nuestra especie. Y no es acción fútil o baladí sino necesarísima. Acción la más necesaria, porque nos salva. Es la que nos salva. Así acaba el último poema del libro y por tanto el libro : “Y de tanto mirarte, nos salvemos”. Y la luz, en y de la contemplación la luz. Estaba ya en las citas de Guillén. Y la encontramos en los poemas de Salinas, como en este final, que lleva el lema o epígrafe Salvación por la luz. Sentir la luz de los seres y de las cosas, saberla sentir, recibir. Cantar. Como al mar. Y que esta contemplación y la luz que hay en ella nos salve. Así acaba este “Tema con variaciones” que es El Contemplado, el canto a la contemplación del mar. Con la afirmación de esta conciencia. Que es la de que nos salva. Ha de salvarnos.

 

Barcelona, 20 de marzo de 2023

 

 

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